lunes, 13 de julio de 2015

No puedo seguir.

Queridas, queridísimas lectoras. Acá me tienen de vuelta después de tanto. No, el título de la entrada no es una broma, ojalá lo fuera. Por favor les pido que lean toda la entrada, no se asusten si ven muchas letras, son muchas cosas que tengo que decirles...
Como habrán notado las últimas semanas estuve ausente. Al principio si se debía a la escuela, a la falta de inspiración, a las miles de cosas para hacer. Ahora... no.
Miren, para que lo entiendan, a mis catorce años, se me dio ese ''click'' del cerebro. Qué sé yo, a algunas personas les pasa a los 15, o a los 20, o a los 100. No sé. Pero a mí me llegó ahora. ¿En qué consiste ese click? En mi caso, me refiero al cambio de mentalidad, a la forma de ver las cosas. En el colegio estoy mal. No me refiero a los estudios, porque siempre fui aplicada, digamos. A los compañeros. No, no me hacen bulling ni esas cosas, pero a todos, absolutamente todos sin casi excepción, los veo como personas falsas. Gente con la que no me gustaría pasar el resto de mi vida, que no sean mis recuerdos cuando sea grande. Me hace falta una amiga verdadera (o amigo). No tengo, chicas. Hay una de todas que realmente me aprecia por lo que soy, lo cual valoro inmensamente, y podría ser la única excepción. Pero, y es por eso que me considero una egoísta a veces, es ''tontita'', no me gusta. Le falta viveza, es infantil y demasiado feliz. Pero me quiere. Y eso es algo que vale muchísimo. El sentimiento de sentirse querido es lo que busco, ¿saben? Saber que le importo a alguien más que $2,50. Aparte yo sé que valgo, que soy una persona interesante, y que soy diferente, y no lo digo como las que dicen soy única, soy histérica, celosa y diferente a todas, que son más comunes que una zapatilla. Yo de verdad siento que soy distinta, en mi forma de pensar, y mucho más ahora. Lo peor de todo es que no me siento a gusto con nadie. Primero, son gente falsa que sólo te busca cuando necesita algo. Segundo, además de falsas, son putas, mentirosas y arrogantes, la mayoría de mis compañeras. Los varones directamente son unos imbéciles. ¿La escuela? Un negocio, como todas las escuelas privadas católicas. Con todo lo que pienso últimamente, no me costó mucho tomar la decisión de cambiarme de colegio, pero no me garantiza absolutamente nada, y tengo miedo de encontrarme con algo peor.
El otro factor que influyó en esta decisión es, que extraño la niñez. Puede sonarles estúpido después de todo lo que dije anteriormente, pero lo siento. He pasado tardes enteras llorando viendo la película El planeta del tesoro con su canción, que solía ser una de mis películas favoritas. Porque tuve una infancia hermosa, y en otro país. Chicas, nací en Argentina, pero con ocho meses, en el 2001 (mientras acá ocurría una catástrofe económica llamada corralito) yo me fui a vivir a España y volví a Argentina 11 años después, en el 2012, después de que a mis papás se les hiciera insostenible la situación (porque en España ahora mismo hay una crisis económgan, porque lo y menos para extranjeros. Y sin trabajo no hay dinero, y sin dinero no se puede vivir). Acá si había trabajo por más mal que esté el país, y por eso volvimos. Mi hermano nació allá. Nunca lo supieron, ninguna de ustedes, pero sinceramente pensé que no lo creerían, yo en mi sano juicio tampoco lo hubiera hecho. Ahora se los digo para que conozcan absolutamente todos los porqués de mí decisión. Me crié en otra cultura, con otra gente diferente. Conozco España más que Argentina (todavía nunca salí de Buenos Aires), pero casualmente desde que vivo acá me gusta mucho más Argentina. Debe ser alguna especie de amor por el lugar en que nací. Me emociono con el himno, y escuchando las historias de los guerreros de las Malvinas. Siento que pertenezco acá. Pero extraño España, como no se imaginan. Hace años que no veo a mis amigos de la infancia, hace años que no como nocilla, hace años que no veo el clan tv, ni escucho Amaral en la radio, que no veo Piratas del Caribe con la traducción española. Son cosas que por insignificantes que parezcan, me ponen sensible, y me dan ganas de que quiera volver a tener 5, 6 años. Y más con lo porquería que está siendo mi adolescencia.
Esas dos cosas especialmente me han hecho pensar mucho, y son lo que me llevó a pensar en el paradero de esta novela. Recuerdos de una infancia preciosa, y el presente que cada día es más asco.
Ahora mismo tengo los ojos llorosos saben, porque las quiero un montón, gracias a blogger conocí a gente genial, hasta en persona. Son fantásticas. Todas. Nunca podría haber tenido mejores lectoras que ustedes. Pero ahora mismo mi situación mental me impide seguir escribiendo esta novela, ya que la imaginé hace tiempo, cuando todavía no me conocía a mí misma tan bien como ahora. Mi sueño siempre fue terminar una novela acá en blogger, debe ser una satisfacción enorme. Y me odio por hacer esto. Pasé mucho tiempo pensando en qué cosa podría pasar en cada capítulo, y ahora... esto. Siempre puteé a todas las que dejaban su novela, y ahora las entiendo porque soy una de ellas.
Pero volviendo a ustedes; Cata, Vicky, Salma, Valeria, María, Cami, Valentina, Regina, Karen, Carla, y todas las que alguna vez pasaron por acá y me arrancaron una sonrisa con su comentario, las admiro. Por ser como son y todas esas cosas. Es raro, nunca pensé que llegaría a sentir afecto por personas que no conozco en persona, pero que sé con certeza que son gente increíble.
Nunca olvidaré a Dianne, ni a Bianca, ni a ningún personaje. Viven en mi mente, al igual que ustedes. En mis recuerdos. Los recuerdos tienen un gran peso en mí, como habrán visto. No desapareceré de blogger, no ahora, no hasta dentro de mucho. Seguiré leyendo sus historias y apoyándolas para que sigan, porque lo valen. Son geniales chicas, cada una de ustedes. Espero que entiendan lo que me pasa, y cómo siento que abandonando esta historia explicándoles todo, se hace un ''poquito'' más leve.
Contáctenme en las redes sociales, ya saben,
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Nada, mil gracias por leer esto, y por haberme leído desde antes. No se imaginan lo que las aprecio. Nos vemos.
Lucía.

martes, 5 de mayo de 2015

Cap. 5: Pour some sugar on her.



—Sólo debes sentir lo que tienes en tu mano —dijo la extraña mujer hindú, con un lunar en la frente. En sí, Dianne no tenía idea de si era hindú, pero al menos lo parecía.
—¿Qué tengo? —preguntó la chica sintiéndose ignorante, tal vez era algo simbólico, pero lo cierto era que no veía nada en su mano, por más que le diera vueltas y vueltas.
—Ah, me olvidé de ponerle la piedra. Intentemos de nuevo.
No era tan ignorante después de todo. Comenzó a pensar que la trucha era la tipa, y no ella. Tampoco recordaba nada que viniese antes del ‘’sólo debes sentir lo que tienes en tu mano’’. Se rascó la nuca y apartó su mano.
—Con todo respeto, creo que le falta profesionalidad. O tal vez neuronas.
Dio media vuelta y quiso salir del lugar pero se dio cuenta de que era todo blanco y no había nada. Parecido al escenario de un famoso ‘’Pocoyó’’, años más tarde, o una página en blanco de Word, también años más tarde. Ahora empezaba a pensar que era ella quien necesitaba neuronas nuevas. Giró de vuelta con la intención de preguntarle a esa mujer dónde demonios estaba o si se había pasado de copas y eso era normal. Al hacerlo, la hindú había desaparecido. ‘’Jaja’’, pensó. ‘’Debo estar en un coma permanente. Quizás debería llorar en vez de reír’’.
Pero antes de que su mente se pusiera a funcionar, volvió al mundo siendo agitada por alguien, aparentemente.
-¡Dianne loca! ¡No nos dejes! ¡Yo quería que vivieras 10 años más, por lo menos! —chillaba su conocida Bianca—. Tú sabes que yo te quiero y te querré, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la…
—¡Baaaasta! —la chica le apartó las manos de sus hombros—. ¡Cualquiera que escuche eso después de haber estado inconsciente va a querer morir! ¡Dios, esta es la única mujer que realmente necesita de tu ayuda! ¡Neuronas, por favor!
—Veo que regresaste —aplaudió, mirándola con los ojos entrecerrados—. Estaba pronunciando mi discurso, y sabes que no me gusta que me interrumpan en mis discursos.


—Oh, perdón por haber osado ofender a la gran Rizzi, perdón.
—¿Sabes, graciosa? Tal vez deberías anotarte en algún lugar de humoristas, porque tus gracias tienen talento —Dianne rió y le revolvió el pelo—. Casi me da algo, ¿qué no ves? Un poco importante eres para mí.
—Un poco —repitió Dianne y volvió a revolverle el cabello.
—Y como vuelvas a revolverme el pelo, te querré menos aún —Dianne estaba por hacerlo de nuevo pero Bianca le sujetó con las muñecas—. No.
—Ok, ok, me rindo —levantó los brazos y se los llevó detrás de la espalda—. Pero me gustaría saber por qué estaba con una hindú que me decía que sienta lo que tengo en mi mano, si no tengo nada.
—Oh, pobrecita, tiene problemas —dijo ella, riendo y haciendo un gesto como de ''está loca''—. Mira Dianne, no tengo una jodida idea de qué hablas, sólo sé que tienes un papel arrugado en la mano hace como dos horas, e intenté sacártelo, pero lo apretabas tan fuerte que fue imposible. Como te habrás dado cuenta, mi plan b fue agitarte, y funcionó.
Dianne se miró la mano derecha, y efectivamente, tenía un folleto arrugado. Era claro que en su ‘’sueño’’, si es que se le podía decir así, no lo tenía. Y ahora sí.
—Hmmm —comenzó a frotarse la barbilla con la otra mano en una pose de pensadora—. ¿Qué puede significar esto?
—Tal vez si lo rehicieras, lo entenderíamos.
—Es verdad.
La chica desenvolvió la bola de papel y descubrió que decía: ‘’Brian Epstein, mánager. Para consultas llamar a…’’ y un número de teléfono.
—Oye, ¿Brian Epstein no era el mánager de The Beatles? —preguntó Bianca también leyendo el contenido.
—¿En serio?
Se rascó la cabeza, muy confundida. Ahí fue cuando comenzó a recordar todo.
La noche anterior, flashback.
—Bailas bien y todo eso, pero fue una apuesta.
—Lo sé, no soy tan idiota como parezco —respondió ella, indiferente a su mirada avergonzada—. Un conocido al que no conoces (y sí, conocido porque George Harrison era mega-archi conocido, pero Dianne no lo conocía realmente) de repente te invita a bailar. Hay que ser muy opa para no darse cuenta. No nací ayer.
Harrison pareció sorprenderse por el argumento de la chica, así que no se hizo para atrás como tenía pensado. No dejaba de sentirse avergonzado, ese tipo de cosas no iban con él. Odiaba a sus amigos por hacer ese tipo de apuestas. Pero, viéndole el lado bueno, ya no tenía que salir a la calle vestido de manzana.
—¿Y bien, qué era? —preguntó Dianne—. Si me usan para una apuesta, tal vez me gustaría saber cuál era la apuesta.
—Te parecerá estúpido —George Harrison rió entre dientes.
—He visto y presenciado tantas cosas estúpidas… Ojalá me pagaran.
—Tenía que vestirme de manzana, salir a la calle, y gritar para que me reconozcan. Definitivamente era mucho mejor pasar por opa invitándote a bailar.
—Definitivamente.
—Lo peor es… —dijo Harrison sintiéndose desgraciado total­— que yo mismo propuse lo de la manzana, porque estaba convencido de ganar.
—Suele pasar cuando eres cabezón. Espera, ¿no lo eres, o sí?
—Quiero creer que no.
—¡Dianne! —gritó alguien, y eso fue como música melodiosa para los oídos de Dianne.
‘’Gracias Dios, gracias Budas, gracias Alá, y gracias Alain Delon’’, agradeció para sus adentros el no tener que pasar más ratos incómodos junto a esa casi manzana gritona.
—El deber me llama —dijo, y se alejó.
Fin del flashback.
Parece que después se pasó un poco con la bebida (como ella supuso en un principio), aunque no tanto, pues el alcohol siempre hacía efecto en ella aunque fuera poco. Apenas durmió una hora en toda la noche, y al día siguiente se había dormido en la mesa antes de que Bianca le sirviera el té. A diferencia de ella, Bianca se encontraba perfectamente despierta, y Dianne no dudaba en que ella se había re contra pasado de copas. Pero no, se encontraba hecha una rosa. Típico momento en el que Dianne le tiene envidia a Bianca.
—¿Y? —preguntó su amiga haciéndola salir de esa nube de pensamientos.
—Acabo de recordar cosas que me gustaría no haber recordado.
—¿Cómo qué? —preguntó con una sonrisa pícara—. ¿Tal vez que bailaste con George Harrison?
Se llevó una mano a la boca y sintió unas tremendas ganas de cortarse las venas con la chucharita del azúcar. —Cómo.
—Chiquita, yo lo sé todo —y le guiñó el ojo como de superada.
—Dios, ¿por qué no me trajiste una amiga más normal, más despistada?
—Deja de pedirle cosas a Dios, que no te va a responder nunca —dijo, echando el agua caliente del té sobre la taza—. Aprende que a Bianca no se le va detalle.
—Bueno, yo apenas sé que andabas colgada del brazo de John Lennon.
—Jajaja, looser.
Dianne puso los ojos en blanco y formó una pistola con las manos. Hizo como que le daba a Bianca.
—Uh, o mai gad —se tocó la zona del corazón—. Me diste. Me muero, me muero, me muero. Decile a mi familia que la quiero. A Damián. A John.
Dianne estalló en una sonora carcajada.
—¿A John? —rió con fuerza—. Bianca, cada día más graciosa.
—Sí que sí —le volvió a guiñar el ojo, unas 10 veces, tan seguido que parecía un tick de drogada—. Nunca sabrás lo que pasó.
La chica respondió con un revoleo de ojos.
—Teléfono —dijo.
—Atiende tú, es tu suit, por cierto.
—Ah, no sabía.
Dianne se levantó y en un primer momento pensó que se caería, pero recuperó el equilibrio. Bianca se rió en su cara en vez de ir a preguntarle si estaba bien.
—Gracias amiga, te banco toda la vida.
Corrió a atender el teléfono, y se preguntó quién diablos podía tenerlo, sabiendo que era una suite en la que no permanecería más de una semana.
Dianne —dijo un Damián muy preocupado—. Acaba de llamarme Vito no sé cómo, está furioso. No sé qué carajos le habrás hecho pero parece serio.
Dianne tragó saliva, se empalideció, y olvidó que tenía que contestar.
—Dianne, ¿estás ahí?
—Le rompí su auto —murmuró—. Bueno, en realidad conseguí que alguien lo hiciera por mí.
Damián se llevó una mano a la frente del otro lado de la línea. Bianca observó a Dianne y en seguida supo que no todo iba bien.
—¿Quién es? —preguntó, un poco más dulce para ablandar las cosas.
Dianne no respondió, sólo sostuvo el auricular con las dos manos, porque estaba segura de que una no aguantaría el peso. Además, temblaba como una hoja de papel.
—¿Por qué lo hiciste? ¿Qué te hizo él para que le hicieras eso? Vamos, no me digas que no hay motivos.
Dianne empalideció más todavía y empezó a sentir que sus dos manos no bastaban para sostener el tubo del teléfono. Poco a poco se le resbaló, y cayó al suelo. Bianca corrió al oír el estruendo. Dianne tenía la mirada fija en la pared.
—Está bien, se acabó —Bianca tomó el tubo violentamente y se apresuró a decir: —A ver, imbécil, deja en paz a Dianne. Seas quien seas no vuelvas a llamar a este jodido número o me encargaré de que la policía sepa esto.
¿Bianca? —preguntó Damián.
—Ah, Damián —Bianca rió histéricamente—. Olvida lo que dije, te quiero mucho.
Ahora no me preocupa eso —respondió—. Vito y Dianne están mal como matrimonio, o eso creo, no es normal que la esposa le rompa el auto y que éste llame amenazando al amigo.
—Espera espera espera, ¿qué dijiste?
Dianne se golpeó la frente. Sólo con ver las expresiones de Bianca, sabía exactamente lo que Damián le decía.
Pues que al parecer, tuvieron una discusión o algo, y Dianne le rompió su coche (sabes cómo es ese tipo con el coche), y ahora está enfermo.
—Siempre fue enfermo —observó Bianca.
No es muy reconfortante saber que un enérgumeno está buscando desesperadamente a Dianne, no precisamente para decirle que la quiere. Sabes qué hacer, ¿verdad?
—Déjamelo a mí.
Bianca colgó el teléfono suavemente y miró a su amiga, quien al hacer contacto visual con ella, empezó a llorar.
—¿Y eso es todo? —terminó Bianca, tras escuchar todas las palabras de Dianne, con una voz paciente y dulce. A veces sabía ser buena columna, como para apoyarse en ella y no caerse.
—Eso es todo —respondió su amiga secándose la cara con un pañuelo.
—Ya verás que ese idiota no va a volver a tocarte ni un pelo. Si no, que pase por arriba mío.
Sonaba convencida. Dianne le agradeció con la mirada, pues no tenía ganas de mover sus brazos y abrazarla.
Vio que Dianne tenía hipo y que todavía respiraba fuerte. —Hey, tranquila… —la tomó por los hombros y la masajeó—. ¿Por qué no me contaste antes?
—No quería pensarlo —volvió a ‘’hipar’’ —. Y la verdad me funcionó. No lo pensé hasta ahora.
—Wow, quisiera poder olvidarme de las cosas así de fácil.
Dianne se dejó caer para atrás en el sofá y se tapó la cara con un cojín. —No tengo ganas de hacer nada. No quiero volver. No quiero trabajar.
Al menos eso fue lo que entendió Bianca, porque entre la voz pastosa y el almohadón por medio, era complicado.
—Bueno, quedémonos aquí —se encogió de hombros—. Aunque, no quiero molestarte ni apresurarte tampoco, pero sabes que pronto lo vas a tener que afrontar —antes de escuchar un quejido o un desmayo, agregó: —Estaré ahí, lo sabes. Todo tranqui si Bianca está cerca.
—Ñldgdgshsjssksdsfg…
Comenzó a reír. —Sí querida, está todo bien, lo que tú digas —se fue alejando lentamente—. Hoy será un gran día, habrá muchos eventos.
Cuando escuchó eso último, Dianne despertó mágicamente de su casi-sueño y se sentó, todo eso en menos de un segundo.
—¿Qué?
En ese momento se escuchó el ruido de la puerta cerrándose.

*

Bianca la llevó, o más bien la arrastró, hasta las puertas de un pequeño pub privado que parecía ser que The Beatles frecuentaban, muy íntimo, porque no había fans arremolinadas en la puerta ni nada parecido. Dianne sintió un alivio instantáneo, por un momento casi se le dibujó una sonrisa en la cara, pero se disolvió cuando recordó cómo y por qué estaba ahí.
—Sigo sin verle la gracia a esto —masculló, con los ojos entrecerrados y en un tono de reproche—. Si tanto te interesaba venir, ¿por qué no venías sola? ¿Por qué nos haces a los demás partícipes de tus cosas feas?
Bianca soltó una risa y tomó a Dianne del brazo. —¿Sabes? Si no vas a decir nada inteligente, no abras la boca.
Los comentarios de Bianca le recordaban mucho a su abuela, tal vez por eso la tenía como mejor amiga y la soportaba tanto. Finalmente se cruzó de brazos y accedió a que la tironeara del brazo.
—De acuerd… WUJUUUUU —ni bien ingresaron al lugar, escuchó ese temazo que se hace llamar Don’t be cruel, ese mega archi conocidísimo tema lanzado casi una década atrás. ‘’¿Hace cuánto que no escucho este tema?’’, era la pregunta que apareció en la mente de Dianne nada más escuchó ‘’please, let's forget the past, the future looks bright ahead’’ de la canción ya empezada.
Se despegó del brazo de Bianca para bailar, y lo primero que hizo su amiga fue una mueca, seguida de un ‘’no la conozco’’, y apartarse lentamente. No lo consiguió porque Dianne la tomó de los brazos y la hizo bailar con ella.
—Bueno bueno, ya está —dijo Bianca volviendo a su postura habitual y mirando para otro lado mientras se acomodaba el pelo. Dianne lanzó una carcajada haciendo el gesto de la mano, (http://es.blog.hotelnights.com/wp-content/uploads/2013/06/lenguaje-gestos-italianos-que-dices.jpg chicas, a éste gesto me refiero).
—No te hagas la diva Bian, te conozco —enarcó las cejas y tironeó de ella.
—Tal vez me gustaría bailar… —Dianne asintió satisfecha—. Pero no ahora. ¿Sabes? Acá hay gente importante, no sé dónde, pero sé que la hay. No quiero perder mi reputación.
Dianne volvió a reír y le colocó la mano derecha en el hombro. —No te preocupes, tú nunca tuviste reputación.
Bianca abrió la boca para responder, pero al distinguir unos sonidos (ni idea de cómo lo habrá hecho, pues ahí había más griterío que una jaula de monos hambrientos. Aunque sabemos que Bianca puede escuchar a diez kilómetros incluso, si se trata de algo que le interesa…). Se tapó sus labios con una de sus manos y la otra la usó para tapar la de Dianne. Por si acaso.
—¡Shh! Déjame escuchar —susurró.
—¿Ejcujar? —Dianne se libró de la mano de Bianca amenazando con dar un lametazo—. Escuchar acá es más imposible que…
—¡Cállate un poco! Uf, hablas más que Chaplin en Tiempos Modernos.
Vaya, qué gran ejemplo.
—Yo diría que cualquier persona habla más que Chaplin. Y más en Tiempos Modernos. Pobre Bianca, la noche ya te está afectando.
—Uy loca, ¡shh!
La agarró de la muñeca y la llevó al lugar de donde provenían las voces y risas. Una zona con mesas, bebidas sobre ellas, luz ambientativa roja, y la música más baja. La canción de Elvis acababa de terminar.
—Ey, ¿son ellos? ¿No falta uno…? —Dianne los señaló con el dedo pero Bianca le bajó la mano.
—No sabes lo que es la discreción, ¿verdad?
Dianne puso los ojos en blanco. Esa actitud ‘’normal’’ que estaba teniendo su amiga no le agradaba para nada. En realidad, normalmente era ella quien tenía que decirle que se calmara. Lo peor es que sabía el motivo de por qué hacía todo eso.
—Hola, John —Bianca la arrastró hasta la mesa y ahí le soltó la mano. La sonrisa en su cara era importante. Dianne confirmaba su teoría—. Nos atrasamos un poco. Ya sabes, tráfico.
 —¿De droga o de tampones?


Bianca arrugó la frente, y con una carcajada tomó asiento en uno de los taburetes.
—Hola Paul, hola Ringo.
Paul le saludó con un ademán, mientras que Ringo levantó su copa.
—Hola Paul, y hola Ringo —Dianne la imitó.
Le parecía extremadamente genial que Harrison no estuviera ahí, más después del baile desastroso que tuvieron. Prefería no recordarlo porque, de hacerlo, arrugaría la frente y apretaría las manos. Pero notaba la aburrición cada vez más cerca, así que decidió ir al baño para matar tiempo. Dio media vuelta y después de hacer algunos pasos, fue cuando se chocó con una persona no tan esperada, que además, traía una bandeja en manos, con una comida que tampoco nadie en el mundo se esperaba, y que cayó al suelo, víctima del choque. Lo que sea que fuera eso, ya no existía.
—¿Qué es eso? —preguntó Dianne, haciendo lo propio.
—Yo digo que podrías ayudar en vez de estar parada ahí —respondió él.
—¿Por qué debería hacerlo?
—Tal vez porque fuiste tú quien hizo que se caiga esta comida-no-calificada.
Dianne agarró los pedacitos de croquetas que había por todos lados con unas servilletas en las manos, y con indiferencia de siempre. Harrison también colaboró.
—Ahora pregunto, ¿qué eran?
—Dices eran porque ya no son, ¿verdad? —Dianne asintió y reía para adentro—. Croquetas.
—Vaya, que gracioso. Eso ya lo veo.
—Croquetas rellenas de delicias-no-legales.
—Oh, oh, oh —Dianne se llevó una mano a la boca—. Entonces espero que nadie las encuentre en el tacho de basura, porque si no, hola ocho años de cárcel.
—Preferiría que estuvieran en mi estómago y que nadie impertinente me las haya hecho tirar. ¿Sabes? Podrías ir a por otras, con tu cuerpo y cara.
—Todo en la vida no se puede.
Rió a medias y a lo lejos se escuchó una voz, de Richard.
—Harris, ¿trajiste las…? —miró la bandeja en las manos de George y al ver el puré de croquetas casi le dan 100 paros cardíacos, uno atrás del otro. Incluso se agarró el pecho—. ¿Pero qué?
George señaló a Dianne. —Fue ella.
—Yo no fui.
—Sí que fuiste.
—Oh vamos, le vas a creer a él, ¿con esa cara que tiene?
—¿Qué problema hay con mi cara?
—Hmm —Ringo se llevó el dedo índice a la barbilla de una forma graciosa—. Tienes razón. La culpa es de Harrison.

*

—Vaya que son aburridos —bostezó Dianne—. Yo pensé que siendo Beatles hacían cosas más interesantes.
—A ver, di alguna sugerencia de cosa interesante.
—Pues, no sé, ¿largarnos de este lugar tan feo tal vez? ¿No ven que sólo Bianca y John están acá por gusto?
Los tres jóvenes los observaron jugando al póker en la otra punta del salón.
—Sí, tal vez —opinó McCartney prendiendo un cigarrillo—. Pero de todos modos Geo, ¿no habías quedado acá con…?
—Puede ser, puede ser.
—Vámonos —dijo Ringo, y se levantó.
—¿Eh? —murmuró Dianne. Los tres Beatles se levantaron del sofá dejándola sentada a ella sola—. Pues, suerte.
—¿Suerte? —preguntó Paul, con una media sonrisa y mirando a George, que a la vez miraba a Ringo, y que éste no tenía a quién mirar porque faltaba Lennon, y Lennon era el que improvisaba siempre, así que le tocaba a él.
—Te vienes con nosotros.

* * *

¡Mis beautiesss! Antes que nada, capítulo súper dedicado a María Luján, que me animó mucho a escribir. Punto dos: el título del cap sí es sacado de una canción de Def Leppard (me re vicié con ellos últimamente). Tres: siento no haber subido los dos que prometía, pero pronto volveré a eso. :).
Fui a ver a KISS chicas, sí, a KISS. Así con mayúsculas para darle énfasis jajjjaja. Falté ése y dos días más a clase, me tuve que poner al corriente, y tuve un montón de pruebas. Sí chicas, aparte de todo, les escribe una Lu de 14 *tiran confeti*. Porrrr fin. Si no les aburre, les cuento. Cuando salí de la cancha de ver a KISS, empezó a llover a baldazos, y miren que soy exagerada a veces, pero esta vez hablo really really. Con mi papá nos olvidamos de donde habíamos dejado el auto, y dimos mil vueltas bajo la lluvia. Cuando llegamos al auto empapadísimos, el reloj justo marcaba las 00:00. Nunca empecé mejor un cumpleaños jajajjaj.
Bueno, muchas cuestiones que retrasaron una publicación mía. Pero más allá de mis cosas, hablen ustedes. So, prrrrregunta: ¿cómo estuvieron sus últimos días? Pueden contarme si quieren, si no, no jajajajja yo voy a quererlas igual, sus comentarios siempre me alegran, sean largos o no <3.
Abrazos, besos, muaaa :*.
Pd: ¡Y síganme en instagram, lo uso mucho! @lu_armndrz

jueves, 2 de abril de 2015

Cap. 4: Meet people.



-Qué linda gente.
Resultaba gracioso ver como Bianca se emocionaba viendo cómo iban llegando los invitados a la gran sala de la premier. Soltó algunas exclamaciones al ver qué renombradas figuras de la escena entraban a su mismo lugar. Estaba bien que Bianca fuera famosa, pero nunca dejaría de idolatrar a sus superiores.
-¡Oh, puta madre, es Sophia Loren!
Esta vez Dianne se interesó y también se recargó en la barra. -¿Qué hace acá?
-Tal vez vino a vernos, si nos re ama.
Dianne se golpeó la frente y agudizó su vista. Sí era ella. Sonrió por dentro y por fuera.
-Somos lo máximo, chóquelas -dijo Bianca, poniendo su mano como para que Dianne la choque. Al principio se negó, haciendo un revoleo de ojos, pero cuando se decidió por hacerlo, Bianca apartó la mano con una gran ‘’O’’ formada en su rostro.
-¡NO! -exclamó cuando vio a gente particular entrar por la puerta, y en ese momento Dianne movió su mano y terminó por golpear el rostro de Bianca. Todo fue muy rápido-. Auch.
-¿Qué? ¿Qué pasa? -preguntó ella viendo si de esa forma se libraba de lo que le iba a decir.
-Te lo perdono por esta vez… -musitó Bian-. Pero sólo porque son… The Beatles.
-¿The Beatles? -Dianne de nuevo se apoyó en el barandal, y esta vez tan bruscamente que cualquiera diría que se iba a suicidar-. ¡Los tipos más famosos del mundo!
Entrecerró los ojos y buscó con la vista a esos cuatro supuestos melenudos, pero no los veía por ningún lado. A continuación puso su mano en la frente de Bianca.
-¿Te sientes bien? -preguntó-. ¿Seguro que no estás delirando?
Bianca le apartó la mano con brusquedad. -¡No! ¡Tal vez la que se sienta mal seas tú, están ahí! -y señaló una esquina del salón, y ahí los pudo ver. Vaya, sí que se movían rápido esos chicos.
-Ah -se rascó la barbilla-. Ya los veo.
-Ay, qué cabecita de novia -rió ella y le apretó los cachetes. Acto seguido, bajó las escaleras para, seguramente, ir a saludarlos.
[Esta chica nunca se cansa…] pensó ella, y se fue a hablar con su compañero de rodaje Isaac.
-¡Hey! -saludó, acercándose a él.
-¿Viste quién está? -dijo él, sin prestarle atención.
-¿The… Beatles?
-¡Exacto! -y entonces se fue corriendo siguiendo el mismo camino que Bianca.
Dianne se encogió de hombros mientras daba un chasquido con la lengua. Caminó hasta Damián y compañía.
-Oigan, ¿escucharon quién vino? -preguntó uno de ellos emocionado, antes de que Dianne pudiera abrir la boca para decir ‘’hola, ¿qué hacen?’’.
-Sí -respondió otro.
-¿Quiénes vinieron? -preguntó Damián inexpresivo mientras toqueteaba una cámara muy deluxe.
-The Beatles, creo.
-¿The Beatles? -Damián miró a Dianne?-. ¿The-Beatles?
-The Beatles -dijo ella moviendo la cabeza a modo de respuesta.
-Esos tipos son fantásticos -al hombre ese sólo le faltaba una estrella en cada ojo, porque se notaba a distancia su fanatismo.
-Pues si tanto te emociona, ve a verlos -masculló Dianne un poco perturbada.
El hombre se levantó y le lanzó una mirada al otro para que haga lo mismo.
-Hey hey -dijo Damián parándolos con la mano-. Ustedes no van a ningún lado, tienen que seguir ayudándome con esta porquería.
-Es una cámara, sólo le das click y funciona.
-¿Sí? Pues a ver, hazlo tú.
El hombre hizo un puchero y se vio más infantil que cualquier niño de cinco años. Parecía una de esas caras que hacen los niños cuando no se aguantan el pis. En su caso, no se aguantaba las ganas de ver a The Beatles.
-Albert -Dianne lo tomó del brazo y lo miró directo a los ojos-. No hagas caso lo que dice este, vayan.
Y finalmente Damián los dejó ir.
-¿Pero qué te pasa? ¿Acaso yo digo algo para que tú digas lo contrario? ¿Eh?
-Dam -Dianne le colocó la mano derecha en su hombro-, no tengo ganas de pelearme contigo hoy. Si quieres, lo dejamos para otro día, ¿ok? Discutir por culpa de unos tipos que usan peluca, qué es esto.
-Está bien, tienes razón. Pero ya es la tercera vez que se van corriendo para verlos.
-Te compadezco, me pasó lo mismo. ¿Qué demonios tendrán esos Beatles?
-Bueno, para empezar, los conoce todo el mundo, literalmente. Si no los conoces hay dos opciones: o no sos humano, o tal vez no seas humano.
-Wow, gran reflexión.
Una chica joven que trabajaba como asistente de Damián se acercó a ellos.
-Damián, ¿puedo…?
-Sí, ve de una vez.
La chica salió corriendo escaleras abajo corriendo como retrasada mental.
-Es una idiota, ¿por qué no la despides?
-Porque es linda…

*

Fue un éxito. Toda la gente se fue conversando e intercambiando opiniones sobre lo que habían visto y a Dianne, nada más le hacía feliz. Recibió varias felicitaciones de distintas personas, y algunas palmadas en el brazo. Estaba acostumbrada.
En la fiesta -cabe destacar que solían hacer alguna fiesta un poco más íntima en lugares privados después de una premier-, todo transcurrió tranquilo, hasta que entraron esos cuatro melenudos que le arruinaban la gloria a cualquiera. Bueno, sólo a Dianne, porque los otros estaban encantados de tenerlos ahí.
-¿Quién los invitó? -preguntó Dianne a Damián, cruzada de brazos y recargada en la pared.
-Tal vez tu amiguita -puso énfasis en ‘’tu amiguita’’. Bianca. Bianca Bianca Bianca.
-Bianca.
-Vaya, estás progresando.
-Oh, cállate.
Dianne fue hasta el jukebox, nada más para matar un poco el tiempo. El lugar era pequeño y ahí debía haber unas 20 personas… 24 con los fab four. Dianne lo hizo funcionar y, a la poca variación que había, eligió un tema de The Chiffons, He’s so fine. Porque el feminismo frente a todo.
-Creo que tienes lindos gustos musicales.
Giró la cabeza para encontrarse con…
-¿Sam? -preguntó extrañada y a la vez feliz-. ¡Sam, cómo estás!
Se abrazaron por unos segundos y después ella logró contestar.
-Obviamente no me dejaron entrar a la premier -Dianne puso los ojos en blanco pensando ‘’qué mierda de guardias de seguridad’’-. Pero vine acá porque en la carta que me mandaste pusiste la dirección.
-Oh, es cierto, no lo recordaba. ¿Cómo estás?
-¿Cómo estás? ¿Cómo estás Sam? ¡Cómo estás! Querida tranquilízate un poco.
-Hace meses que no nos vemos, ¿qué pretendes? -colocó las manos en su cintura.
-Nada, nada. Oye, ven, tengo que presentarte a alguien.
Comenzó a jalar del brazo de Dianne y esta se dejó por unos segundos, hasta que reaccionó y frenó, haciendo que los tironeos de Samantha fueran inútiles.
-¿A quiénes?
-Ven, ya lo verás -volvió a tirar de su brazo pero esta vez Dianne la dejó estar, aunque con cara inexpresiva-. Te va a gustaaaar.
Hablaba como si estuviera platicando con una beba que apenas sabía entender lo que estaba escuchando, y estuvo así hasta que logró llevarla al punto exacto. Lleno de gente apelotonada. Cuatro cabezas a lo escarabajo.
-¿Los conoces?
-Sí, los conozco -fue lo único que dijo, y después la metió de un empujón en el medio de las personas. Al reconocerla inmediatamente se apartaron y en menos de tres segundos no había ni Dios. Sólo ellos y Dianne.
-¿Hola? -sonrió como pudo pues pensaba que en cualquier momento moriría por tanta atención al mismo tiempo.
Los cuatro Beatles le estrecharon la mano sin sentirse intimidados, normalmente, como si estuvieran bebiendo el té de las cinco de la tarde. Dianne admiraba esa capacidad. ‘’Pero’’, pensó, ‘’ya deben estar acostumbrados’’.
Terminaba la canción de The Chiffons.
-Somos… -empezó Paul.
-Creánme que sé quiénes son, incluso más de lo que me gustaría -se cruzó de brazos-. Soy Dianne.
-También lo sabemos -dijo John, y fue la primera vez de muchas otras en las que veía esa sonrisa sarcástica tan típica de él.
-Somos tus fans, ¿sabes? En este momento te pediría que me firmes el brazo.
Ok… Eso le causó gracia.
Rió. -La última vez que lo hice, el vello que tenía no me dejó escribir nada.
-Uh… duro.
Notó que a uno de ellos siempre se le iba la vista a la mesa de comida. -Oigan… ¿qué es eso? -preguntó el chico señalando uno de los platos.
-Comelo -le respondió su amigo Richard/Ringo.


George Harrison movió la vista y sus ojos chocaron con los de Dianne. Ella sintió que podría caerse y él sintió como sus pelos se podrían poner de punta. Afortunadamente nada pasó. Sólo un ‘’chin chin’’.
-El dicho ‘’somos lo que comemos’’ no es aplicable para Harrison. Él ya se excedió demasiado.
The Beatles no le interesaban. Ok, tal vez sí, pero no quería admitirlo.
-Hey Sam, gracias por presentarme al fenómeno inglés más famoso del planeta… -vaciló-. Chau.
Se retiró con un mal sabor en la garganta, dejándolos a todos algo asqueados. Quizás, pensaron, era como todo el resto de las chicas de su estilo, tal vez sólo siguiera ese modelo único de las famosas. Tal vez.
-¿Y? -le preguntó Damián cuando la vio acercarse a él-. ¿Son divertidos…? Veo que igual caíste en sus telas eh…
-No-me-hables.
-Uh, ¿te dijeron algo fuera de lugar? Escuché que Lennon es algo as…
-No.
-¿Te vas a enojar el día del lanzamiento de la película?
Dianne se encogió de hombros y miró a otro lado. -Iré a fumar afuera. NO vengas -puso especial énfasis al ‘’no’’.

*

-Piedra, papel, o tijera.
Harrison: tijera. Lennon: piedra.
-Gané la primera, wooooooo.
George puso los ojos en blanco y se estiró los huesos. -Vas a ver.
-Piedra, papel o tijera.
Harrison: papel. Lennon: tijera.
-Si es que eres un looser, mi amigo -dijo, levantando las cejas-. Ahora cumple lo que dijiste.
Harrison hizo puchero. -¿En serio?
-Ve o le digo a todo el mundo que…
George abrió los ojos como platos y le tapó la boca. -¡NO! No, no… Ok, no.
Miró a todos lados por si es que había alguien que había llegado a escuchar algo. Por suerte, sólo Ringo y Paul los miraban desde lejos con un interrogante en el rostro, que venía siendo un ‘’¿Y? ¿Quién ganó?’’. Reputación salvada.
-Ufff -suspiró-. Está bien Lennon, pero no llames a ningún camarógrafo, no hagas nada. NADA -conocía a su amigo lo suficiente como para saber en qué estaba pensando-. Ya sabes, juego limpio. Tú cumples, yo cumplo.
Lennon levantó los brazos en señal de rendimiento, al otro lado de la sala los chicos los miraban con un ‘’¿qué les pasa, locos?’’ pintado en la cara. Se morían por saber qué pasaba, pero como habían ganado la apuesta, sólo podían quedarse ahí, a esperar.
-No tengo ganas de ir… -musitó, como empequeñeciéndose por dentro-. ¿Por qué no vas tú, alma bondadosa, vida ejemplar, máster de los másters?
-Porque -respondió él-. Vas a ir tú.
Empujó a George a la pista de baile, y él pudo ver como Dianne bailaba en joda con Damián e Isaac, otro colaborador de la película. A simple vista, no parecía tan plástica. Bueno, opinar sobre lo que es plástico y lo que no, estando en pareja con Pattie Boyd, no tiene mucho sentido. De todos modos George lo hacía. Los prejuicios son lo peor que puede existir entre dos personas, pero desgraciadamente había entre George y Dianne, y viceversa. También vio como ella les apoyaba la mano en el hombro a cada uno, y se retiraba. Miró atrás y vio como un Lennon muy decidido le decía con la mirada ‘’ahora o nunca’’ y pasaba su dedo índice por su cuello como señal de muerte. George se mordió los labios preguntándose como su amigo podía ser tan inmaduro. En todo caso, él también lo era por haber participado de la apuesta. Se dijo a sí mismo que nunca más volvería a apostar nada. Porque esto ahora le valía su dignidad.
Al principio dejó la oportunidad pasar, porque se fue directa al baño. Su mala suerte era legendaria. Tenía unas ganas inmensas de meterse debajo de una baldosa y no salir nunca más. Hasta parecía posible, pero alguien llamado John Lennon nunca lo dejaría. Las apuestas eran una de las pocas cosas que se tomaba en serio.
-Fracasado chicos, George es un fracasado -decía Ringo mientras se golpeaba la frente.
-¿Dónde aprendió a ser tan opa? ¿Ustedes? ¿Quién? -John también se golpeaba la frente.
McCartney, quien parecía estar más tranquilo y no tan avergonzado por el fracaso de su amigo, dijo con calma: -Esperen, van a ver.
En eso Dianne salió del baño con un respiro profundo. e había atado el cabello y sacado un poco de su maquillaje facial. Se veía muchísimo más bella y fresca. George se sentía tan inútil. Ella volvió al jukebox ignorando todo a su alrededor y decidió al fin poner un de las canciones más lindas consideradas por George: Blowin' in the wind de Bob Dylan.
Tomó aire, volvió a mirar a Lennon, que ahora estaba con sus amigos -que le hacían señas sin parar-, y volvió a tomar aire. ‘’Vamos George’’, se decía’’. ‘’Es una puta apuesta’’ (a veces, las puteadas le hacían ir para adelante). ‘’Se lo dices al final para no quedar tan mal… Apuestas y la puta que te parió’’.
Se acercó a ella que terminaba de colocar el tema, y le preguntó delicadamente:
-¿Quieres bailar?

* * *

¡Beauties! Acá están los dos caps como les dije.
Ayer se nos fue Cyn y… no sé bien qué hacer o decir. Ella era mi beatlegirl favorita, una luchadora incansable… Espero que allá arriba esté bien, sólo me queda dedicarle el capítulo a ella, aunque ni siquiera salió. :).
He de aclarar que la última escena del cap anterior la hice como un guiño a la relación de los Stones y The Beatles: dos bandas que me encantan. Pasa que el otro día visité una librería (me gusta mirar librerías) y había una zona con libros de música. Me fui directa ahí, obviamente, y me encontré con uno que decía algo como esto ‘’Beatles vs. Stones: la rivalidad más grande de la historia del rock’’. No me gustó eso porque pienso que ellos se llevaban bien y que todo eso de la rivalidad era sólo una cosa comercial. Pero que cada uno piense lo que quiere.
En fin, necesitaba hacer esta aclaración. Les deseo a todas que tengan un muy maravilloso abril, ya que hoy es la fecha dos, jajaja. Abril me encanta, y sí, lo digo por mi cumpleaños (¿por qué más si no?). 17 de abril. Espero que para esa fecha haya subido más caps. Eso sí, espero que les guste ;). Gracias a todas por leer, aprecio mucho lo que me escriben, las adooooooro con todo el corazón <3.
Lucy.